Ella era dulce, como una pequeña flor rara y delicada en un bosque oscuro y terrible.
Con el paso del tiempo, de las tardes de café, de las conversaciones y autobuses que se marchaban, con la incertidumbre, con las clases a las que no íbamos, con el tiempo que perdíamos juntos... se sucedió (y otras cosas que ahora no importan). Y algún sollozo, un par de malos ratos, terribles tardes de lluvia y congoja, tristes tardes de guerra y amor.
Y luego la distancia, casi el olvido, frases esquivas.
Tiempo pasado -y archivado- y casi olvidado por el ahora presente -único existente-.
Tiempo que distancia, tiempo que une más y más.
Un nuevo año, nuevas variables, cosas distintas, otros quehaceres, obligaciones, poco tiempo... ¿y ganas? no lo sé.
Tal vez unos pocos de celos, casualidades de la vida, noches de alcohol, delirios, frío y melancolía. Tiempo que pasa, muy rápido, fugaz -tempus fugit-.
¿Y ahora? ¿Y hoy? ¿Y en este instante? ¿Y en esta caricia?
¿Me das un beso? ¿O dos? ¿O un abrazo? ¿O una caricia por todo mi cuerpo? ¿Me das un beso? ¿O un café? Pagas tú. ¿O un concierto sin despegarme de tu mano? ¿Ismael? ¿Otro de Sabina? ¿Y Vegas de nuevo? No estaría mal... Por lo pronto César Rodríguez, a ver si te gusta.
Y no sé, otro día te escribo algo, te cuento un cuento, una historia de esas para hacerte sonreír, o al menos media sonrisa... y por hoy, de recuerdo y para que no se pierda aquel poema que hace un poquito más de un año te escribía al lado de la ventana de mi habitación en mi tierra, con frío, soledad y melancolía.
El frío y el sueño que extraño,
dolor en tu garganta y en mis pies,
música de fondo,
letra que empapa mi visión.
Tardes en soledad.
Y en la lejanía dudas
-Otoño deshojado, próxima Navidad-,
y extrañas con frecuencia mis caricias.
Me acerco a la ventana
-el atardecer cubre mi visión-,
me despojo del trabajo
y con desdén camino en el pensar.
Aquel sabor calienta mi cuerpo
-un instante, no más, de pura ilusión-
y me pregunto qué estarás haciendo,
si te acordarás en este momento de mí.
Y sonrío -una media sonrisa-
y te miro detrás del cristal
viéndote sonreír aunque no estés,
mirándote sin necesidad de llegar a ver.
Y recuerdo y añoro y pienso…
El frío de alguna noche sacude mi cuerpo,
manos y pies -tu nariz- congelados,
frases a media voz,
sonrisas sin palabras en labios del otro.
Dudas, futuro, lágrimas de abrazo.
Y silencios sin palabras que no son silencios.
Y el momento del porqué no si aún es pronto,
si aún no ha amanecido.
Y qué pasará mañana, y el mañana de mañana.
Frío y sueño ahora -lo demás no lo sé-.
Y sonríes y me marcho -un hasta pronto-.
Tiemblan tus piernas… todo mi ser.
(Melancolía, José Luis Merino)
P.D: Si alguien se pregunta el porqué de la canción de Ismael... es porque esa es la canción.
Etiquetas: Mis escritos, Mis poemas
Hola es precioso todo lo que has escrito, desde luego "ella" tiene una gran suerte de que alguien la recuerde con esa delicadeza..
un besito